
El poder de la gimnasia terapéutica
La gimnasia y el deporte experimentan en 1900 un gran auge. Con el cambio de siglo las gimnasias deportiva, pedagógica y ortopédica sirven a un mismo fin. La gimnasia terapéutica se define en un artículo como “concepto global de movimientos metódicos, que el médico realiza al enfermo pasivo o que practica este por sí mismo, o ambos juntos”.
Entre los movimientos activos se encuentran: andar, correr, remar, nadar, etc. Son “movimientos deportivos” que pueden incrementarse en su efecto, por ejemplo, escalando, nadando contra corriente, etc. Los ejercicios gimnásticos especiales en posición erguida, sentados o tumbados sirven para favorecer movimientos corporales concretos.
Con los movimientos pasivos, el terapeuta pretende restaurar en el enfermo pasivo la movilidad de las articulaciones (después de distensiones o fracturas). Tiene especial importancia la completa relajación de la musculatura de la persona afectada. Determinados “aparatos para movimientos automáticos”, que se construyen según el principio del péndulo, pueden servir para reforzar el tratamiento de la rigidez articular.
Los movimientos duplicados son aquellos que realizan conjuntamente el médico y el paciente, en los que mientras uno los lleva a cabo, el otro intenta dificultarle la acción de un modo dosificado (“movimientos de resistencia”). La gimnasia de resistencia practicada con aparatos especiales a comienzos del siglo XIX, recuerda al actual culturismo.
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