
Hipertensión sin trastornos orgánicos aparentes
Redacción, 16-02-2015.- El internista Alfred Erich Frank (1884-1957) acuña el término de “hipertensión esencial”, utilizado hasta nuestros días. Con ello quiere diferenciar el exceso de tensión sanguínea provocado por una enfermedad renal, de una forma de hipertensión que no tiene causa reconocible.
Frank, que por aquella época es médico asistente en Wiesbaden, rechaza como causas de la “hipertensión esencial” el exceso de producción de adrenalina y renina, sustancias hipertensoras ya conocidas.
¿Es la causa una enfermedad renal?
Entre 1827 y 1831, el médico británico Richard Bright (1789-1858) expuso, en su conocido discurso sobre las enfermedades renales, que los enfermos con el corazón hipertrófico (agrandado), presentaban un aumento de la resistencia vascular en la circulación renal; deducción que se ha demostrado errónea. A su vez, el clínico alemán Ludwig Traube (1818-1876) consideró, en 1856, que la causa de la hipertrofia del corazón era un estrechamiento de los conductos renales. En 1871, Traube (1818-1876) describió por primera vez casos de la llamada hipertrofia cardiaca idiopática (a consecuencia de la hipertensión), en la que no se observan alteraciones en los vasos de los riñones ni de otros órganos. Según él, se trataba de casos de hipertensión esencial. A finales del siglo XIX y principios del siglo XX, tras la introducción de la medición incruenta de la tensión por parte de Scipione Riva-Rocci, se pensó que el aumento de la presión sanguínea era una consecuencia de la estenosis arterial, atribuyéndose a las alteraciones de los vasos renales un papel esencial; se retomaban así de nuevo las ideas de Bright (enfermedad de Bright).
Pero en contra de estas ideas se fueron imponiendo los hechos de que la arterioesclerosis no es causa, sino consecuencia de tal hipertensión. Así lo describió el médico francés Henri Huchard (1844-1910) en un artículo que publicó en 1887. Ahora bien, la descripción de la hipertensión como enfermedad funcional la realizaría por primera vez, en 1905, el médico vienés Jakob Pal (1863-1936) en su libro Crisis vasculares. A pesar de que muchos médicos, aparte de Alfred Erich Frank, admiten la existencia de la hipertensión genuina, primaria o esencial, la mayoría siguen empecinados en defender que la hipertensión es causada por una enfermedad renal.
Hipertensión “pálida” y “roja”
El cambio decisivo hacia el diagnóstico diferencial de la hipertensión se produce en 1923. El internista Franz Volhard (1872-1850), que ejerce en Halle, presenta en el Congreso de internistas de Viena, una ponencia en la que contrapone la hipertensión esencial como hipertensión roja, a la hipertensión secundaria, provocada por los riñones, o pálida. Esta última “se debería a efectos humorales e influencias renales”, es decir, por sustancias del riñón que conducen a un estrechamiento de los vasos. “En la hipertensión pálida existe una contracción vascular general, que no se da en la roja.”
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