• 13 FEB 15
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    Industrialización de los recursos terapéuticos

    En España, la obtención de la vacuna anticolérica de Ferrán a partir del año 1885, impulsa la industria farmacéutica. Ello también se debe, en parte, a la polémica político-social que se originó tras el rechazo de las propuestas profilácticas ferranianas. De hecho, había surgido la necesidad de contar con unos centros, con suficientes garantías técnicas, capaces de prevenir el mayor número de enfermedades de carácter contagioso.

    Por estas fechas, dos centros privados, el Instituto Ybys, y más tarde el Instituto Llorente, llenaron dicho vacío destacando con claridad sobre una serie de laboratorios farmacéuticos dedicados a la producción industrial de productos que, aquejados de las limitaciones entonces existentes, no alcanzan la efectividad ofrecida por la vacunoterapia.

    A principios de este siglo la intervención estatal fue decisiva, concretamente, con la aparición del Instituto Central de Higiene y Sueroterapia. Allí se llegaron a fabricar y comercializar a escala nacional productos quimioterapéuticos, y otros, como el Salvarsán, obtenido por el Premio Nobel de Medicina o Fisiología (1908) E. Ehrlich (1854-1915) en el año 1911 para combatir la sífilis, y también el Neosalvarsán con menos propiedades tóxicas.

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