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    Se realiza con éxito la primera transfusión indirecta

    Se realiza con éxito la primera transfusión indirecta

    Redacción, 16-02-2015.-La transfusión indirecta propiamente dicha se debe, sin duda alguna, a Hustin (1882), que, en el artículo: “Note sur un nouvelle méthode de transfusion” (Nota sobre un nuevo método de transfusión), publicado en el Bulletin de la Société Royal des Sciences de Bruselas el año 1914, demostró el papel anticoagulante del citrato de sodio y de la glucosa. Pero, no pasó del ámbito experimental.

    Bajo dichos auspicios, y con un escaso margen de tiempo, la primera transfusión indirecta en el hombre corre a cargo de L. Agote (1868-1934), según consta en el escrito “Nuevo procedimiento para la transfusión de sangre”, que aparece publicado en 1914 en los Anales del Instituto de Clínica Médica de Buenos Aires. Así el día 19 de noviembre de 1914, E. Merlo, administrador de la Clínica Médica de la Universidad de Buenos Aires, bajo la estricta supervisión de Agote, practica con éxito una transfusión con la sangre donada por un portero del establecimiento R. Mosquera.

    Pese a ello, el método esquematizado por Agote no se difunde hasta el año 1916, cuando, por necesidad durante la I Guerra Mundial, se adopta de un modo muy restringido e introduciendo algunas modificaciones. R. Lewishon al año siguiente establece una norma para las transfusiones directas, que se mantiene en plena vigencia durante algo más de una década. Durante la época de la Primera Guerra Mundial, los progresos en el campo de la conversión de la sangre permiten su almacenamiento y su utilización hasta 21 días después de obtenida. Finalmente, un cuarto de siglo más tarde, los trabajos de Landsteiner y Wiener (1940) inician el capítulo de las isoinmunizaciones postransfusionales y permite comprender definitivamente cómo se producen muchos accidentes que tienen lugar durante las transfusiones y cuál es el mecanismo más apropiado para prevenirlos.

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