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    Sobre el infarto de miocardio

    Sobre el infarto de miocardio

    Redacción, 16-02-2015.- El internista James B. Herrick (1861-1954), de Chicago, describe la trombosis coronaria. En su artículo “Signos clínicos de una súbita oclusión de las arterias coronarias” indica que el cierre repentino de los vasos coronarios arteriales del corazón, no provoca necesariamente la muerte.

    Herrick hace hincapié en las publicaciones de anteriores autores que se han ocupado de este cuadro clínico. Además de la observación de pacientes y hallazgos patológicos, presenta también los resultados de exploraciones experimentales y pone de relieve la importancia de la circulación colateral en el corazón. En casos concretos, puede demostrar que el cierre súbito comienza con un grave ataque de angina de pecho, seguido de intervalos indoloros relativamente largos, y de considerables molestias en el abdomen, que fácilmente se pueden confundir con simples trastornos gástricos.

    Herrick establece cuatro formas de manifestarse la enfermedad:

    1. Muerte súbita, evidentemente inmediata a una oclusión coronaria.
    2. Muerte al cabo de algunos minutos después del ataque de angina de pecho y el shock grave.
    3. Curso no mortal con sintomatología relativamente leve, en caso de oclusión de las ramas coronarias menores.
    4. Sintomatología grave que en el curso de unos días suele conducir a la muerte.

    Antes que Herrick, los médicos rusos Vasili P. Obrachov (1849-1920) y Nikolái D. Strachesko (1876-1952), de Kiev, ya describieron en su artículo “Sobre el conocimiento de la trombosis de las arterias coronarias del corazón” (1910) la sintomatología del infarto de miocardio por oclusión coronaria, confirmándolo en el curso de una autopsia. Entre los síntomas clásicos del infarto de miocardio se pueden destacar: el dolor opresivo detrás del esternón (angina de pecho), las dificultades en la respiración y, a veces, un dolor intenso y presión en el abdomen.

    En un principio apenas nadie presta atención a las conclusiones a las que ha llegado Herrick. Varios años después, con el empleo del electrocardiograma (ECG), consigue el reconocimiento por parte de los especialistas. En 1918/19, con el apoyo de su ayudante Fred M. Smith (1888-1946), logra registrar mediante el ECG las alteraciones específicas producidas por la oclusión coronaria.

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